El jurado, compuesto por Antonio colinas Lobato, Felipe Pérez Pollán, Adolfo Alonso Ares, Andrés Martínez Oria, Emilia Rodríguez Gangoso y Luisa Arias, se reunió este sábado 11 de julio para elegir ganador del XXXII Premio Nacional de Poesía Conrado Blanco León, para el que se recibieron un total de 195 obras. Después de las deliberaciones pertinentes y las sucesivas votaciones de las diez poesías seleccionadas, resultó elegido el poema titulado: “Para entrar en la noche” presentado bajo el lema “Palinuro”. Abierta la plica, resultó ser su autor y por tanto el ganador Pedro Antonio González Moreno de Calzada de Calatrava (Ciudad Real) y residente en Madrid. En opinión de los diferentes miembros del jurado, es una poema de madurez muy recortado y preciso para afrontar temas graves como la enfermedad y la muerte de la madre. Expresa un sentimiento contenido en el tono, pero profundo en el contenido. En él, el poeta desangra las palabras para entrar en la noche, para sentir el vínculo emotivo de la noche sin miedo. Hitos que simplifican el anhelo de una noche-silencio que no será jamás tiempo ni olvido. Una reflexión de hondura sobre la despedida a una mujer, que posiblemente ha perdido la memoria, “recuérdame, recuérdate a ti misma…” que es la madre. Poema profundo desde el silencio, nostálgico y lleno de deseo natural al final buscando la luz. Un poema en el que se vislumbra la admiración del hijo hacía la mujer ejemplar y fuerte que fue; manifestando con hermosos recursos poéticos el deseo de seguir sintiendo su presencia y recuerdo en la casa.
Antes de entrar despacio, ya sin miedo, en la noche, vuelve tus ojos hacia mí, no dejes
que la muerte se adueñe de la casa,
dame tu mano, espera a que amanezca
y recuerda conmigo.
Recuérdate alineando la luz en los armarios y guardando en las orzas
un mendrugo de pan o de esperanza
para después; recuerda que venías
de perder una guerra (todas fueron
siempre guerras perdidas) y eran tiempos de coser cicatrices
con oscuros hilvanes de silencio y olvido.
Antes de que tus manos se vayan enfriando recuerda aquellas noches de picón y badila o aquel sol de mi infancia
que secaba la ropa tendida entre los juncos del arroyo. Recuérdame
contemplándote absorta entre tus hilos, yo perdido en el vuelo de tus manos,
tú perdida en las hebras
de tu memoria,
yo tejiendo en la luz telarañas de sueños,
tú zurciendo las sombras de tantos desengaños.
Recuérdate a ti misma como yo te recuerdo, -muy alta en la penumbra del zaguán,
en plenitud de espiga sin tronchar todavía- dejando por la casa
un olor a aguas limpias y a jabones tempranos.
Antes de que tu voz se apague, escucha ya por última vez
el aire entre las mieses,
la canción rumorosa de las norias
o del agua en los cántaros,
aquel hervor de pájaros que crecía en la higuera mientras caía la tarde.
Recuérdanos y luego entorna ya los párpados, mujer de acero y mimbre, mujer de savia y tierra, tú seguirás viviendo en cada sombra
de la casa; tú sola eras la casa;
tú serás la ventana por donde siga entrando
toda la claridad,
y tú también el agua que nunca ha de faltarle a la sed de mis labios.
Después, sólo después de recordarnos,
llena tus ojos de piedad y entra,
entra sin miedo, madre, muy despacio, en las sombras.
Lema: PALINURO
Nació en 1960 en Calzada de Calatrava (Ciudad Real), es licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua y Literatura. Dirigió, entre 1987 y 1999, el Aula Literaria Gerardo Diego de Pozuelo de Alarcón. Ha publicado seis libros de poesía, entre los que destacan Calendario de sombras (premio “Tiflos”), Visor, 2005, Anaqueles sin dueño (Premio “Alfonso el Magnánimo”), Hiperión, 2010 y El ruido de la savia (Premio “José Hierro”), 2013. Como ensayista es autor de los libros Aproximación a la poesía manchega (BAM, Diputación de C. Real, 1988), y La Musa a la deriva (2016) premio de ensayo “Fray Luis de León”, de Valladolid.
Su obra narrativa incluye Los puentes rotos (IX Premio “Río Manzanares de novela”), Calambur, 2007, el libro de viajes Más allá de la llanura, B.A.M., 2009 y 2013, la novela juvenil La estatua de lava (Nostrum, 2014) y La mujer de la escalera (Siruela, 2018), Premio “Café Gijón” de novela.
me parece excelente. La eleccion de objeto del poema, la descrpcion que no deja nada sin decir y hace volar la imaginacion y el final, medido y acertado. No pierde nunca el ritmo. Me gusto mucho