Padre

Conrado Blanco León


Nace en La Bañeza el 5 de noviembre de 1888, año de la famosa Exposición Universal en Barcelona, en la que su padre, Hermógenes Blanco, participó con mantecadas y chocolates de su elaboración y que recibieron sendos premios por su esmerada elaboración y la calidad exquisita de los mismos, según cuenta su nieto en el poemario “Melindres poéticos y literarios».
Crece bajo el mimo y cuidados de sus padres aunque demasiado pronto quedó huérfano, siendo su madre Raimunda León Pascual la que se encargara de cuidar de su profunda preparación como persona y como emprendedor. Su infancia está  marcada por la actividad del obrador, no sólo pastelera sino también cultural y de buenas relaciones humanas.
Toda la literatura del siglo XIX y principios del XX estuvo impregnada de descripciones de estos establecimientos, por ser espacios de encuentro al igual que lo fueron las boticas, donde no sólo se iba a comprar sino también a convivir.
A Conrado Blanco León le sirvió para desarrollar su interés por la condición humana. Reflejándolo en textos y poemas, escritos en un lenguaje accesible, lleno de costumbrismo y humor sin doblez, rebosante de sentimientos de religiosidad y fraternidad hacia los más humildes.
Se aficiona desde niño a la lectura y siente una predilección especial por la poesía. Escribió multitud de trabajos en verso, muchos de ellos después de leerlos apasionadamente rompía, otros, más afortunados, se salvaron al quedar impresos en los periódicos de la época.
Desde muy Joven se siente fascinado por la expresión literaria en todas sus facetas, vocación que le llevó, en 1910 a formar parte de la redacción de El Adelanto, semanario que no tendría nada que ver con el  fundado en 1932 por don Ángel Riesco, y en 1913, a fundar con un grupo de amigos  «El Jaleo», el primero y uno de los mas celebrados periódicos de humor que se publicó en La Bañeza, cuyo lema era toda una declaración de intenciones: «amor, desinterés y desahogo, alegría, entusiasmo y bailoteo» y que se presentaba a sus lectores como «periódico -mensual- fantasma -cómico- bufo y humorístico».
Otros periódicos por él fundados son «El Pueblo» y «La Crónica» en los que colabora con asiduidad, así como en «La confitería española» la revista mensual de las industrias del dulce, editada en Barcelona y otras revistas técnicas a las que aportaba sus creaciones poéticas y literarias.
Colabora prácticamente en todos los periódicos locales publicados por entonces, y sus secciones y crónicas: “Matando a la garduña”, “Berzas prosaicas”, “Ráfagas sentimentales”, “Piropos”, “Con mi guitarra”, “Callejeando”, “Desde el café” y muchas otras, rebosan comicidad y sano humor.
Firmaba con el seudónimo de «Melindres», con el que alcanzó gran popularidad, además de convenirse en un referente cultural.
En 1914 publica un trabajo sobre “Costumbres y tradiciones gastronómicas y reposteras bañezanas”
Conrado Blanco León está presente en todos cuantos actos culturales se celebraban, formando parte de comisiones y directivas de los mismos.
El primer programa de fiestas del que se tiene noticia fue idea y obra suya y dice así: “Grandes y variados festejos. En Honor de La Asunción de Nuestra Señora Patrona de La Bañeza, que organizados por la juventud de esta ciudad con la cooperación del Municipio y vecindario, tendrán lugar los días 15, 16 y 17 de agosto de 1908”.
En mayo de 1915 funda la Asociación Cultural “Amigos del Pueblo” de corta vida.
José Juárez Blanco, insigne escritor, refiriéndose a él decía: “Crónicas cuajadas de garbo y donaire, macizas de optimismo y pletóricas de inspiración. Crónicas de artesanía como los dulces que salían de su obrador, elaboradas con ingredientes tan sencillos como unas gotas de fino humor, unos granos de democrática amistad y una gran dosis de bañezanismo puro. Todo, espolvoreado con la distinción y elegancia que le caracterizaban. Porque en su pluma y en sus labios lo castizo no descendía a formas plebeyas, sino que se remontaba a la consagración de la cortesía en el donaire.
Conrado Blanco González hace una hermosa descripción de su padre en el prólogo del poemario ya citado y que ha alcanzado ya la quinta edición: «Si bien es cierto que mi padre fue siempre feliz, como lo delataba esa permanente sonrisa que afloraba a sus labios, su felicidad plena eran los ratos que dedicaba a leer y a escribir»
Indudablemente, estos poemas nos retrotraen a otros tiempos a otra concepción de la literatura, incluso de la vida, pero en ellos fluye también lo esencial, aquello que nunca cambia porque forma parte de lo mejor de los seres humanos.
Se casó el 26 de junio de 1919 con Julia González Prieto, siendo fieles continuadores del negocio de confitería, chocolates y mantecadas que, en el siglo XIX, había establecido en la villa su padre Hermánenos. Crea una forma novedosa y particular de propaganda de los productos por él fabricados; en los envoltorios de los chocolates, mantecadas y caramelos imprimía poemas y cantares de su cosecha.
Dos años más tarde, en 1921, venía al mundo su único hijo Conrado Blanco González que a su vez se convertiría en el continuador de la tradición pastelera, cultural e investigadora de sus antecesores.
Su generación siguió perteneciendo culturalmente, en gran parte, al siglo XIX, pese a que asistieron a algunos de los cambios tecnológicos y sociales más revolucionarios de la Historia. Sin embargo, en ese momento de la historia, aún la vida en familia transcurría pausada, tranquila y en la que el hecho de escribir, leer un poema, conversar con los amigos o pasear por un parque suponían uno de los placeres que hacían más grata la existencia.
Conrado Blanco León falleció el 14 de noviembre de 1968 a los 80 anos de edad, dejando tras de sí un imborrable recuerdo de buen hacer y de caballerosidad.

A Conrado Blanco León «Melindres»
Un poeta de La Bañeza
A Conrado Blanco León confitero, periodista, poeta, siempre profundamente humano, sus muchas y variadas inquietudes le llevaron a vivir con intensidad la existencia.

Ingenio, sencillez y compasión son algunas de las cualidades rastreables en la selección de sus poemas que ofrecemos en estas páginas a los lectores. Con el tiempo, pasaría el testigo de sus muchas y variadas inquietudes a su hijo Conrado Blanco González, quien en 1999 prologó una antología de textos poéticos y literarios de su padre.